Muy pronto en su vida religiosa, el Beato Solano se acostumbró a escribir propósitos sencillos como recordatorios que le guiaran en el camino de la perfección. En el noviciado comenzó a escribir estos propósitos en un pequeño cuaderno que hoy se conserva entre sus propios escritos. Un pequeño escrito muy importante que encontramos allí es la siguiente lista de cinco puntos:
Después de esto señaló:
Todas estas sencillas admoniciones forman un programa muy digno para ayudar a avanzar por el camino de la santidad. Podemos estar seguros de que el P. Solanus encontró en ellas una guía fiable en su camino hacia la perfección. Si uno pudiera tomar sólo algunos de estos puntos y seguirlos con perseverancia, seguramente crecería en el amor a Dios, sería capaz de vivir en Su presencia, y superaría todo lo que podría alejarnos de nuestro verdadero destino, la vida eterna y la felicidad con Dios.
Tras su ordenación, el beato Solanus pasó 20 años en Nueva York. Primero en Yonkers y más tarde en el Lower East Side de Manhattan y luego en Harlem. Su primer destino en Yonkers se parecía notablemente a la casa de su infancia, a orillas del río Mississippi, en el Wisconsin rural. En aquella época, Yonkers aún tenía un carácter un tanto rural. Desde su habitación, el joven Hermano Solanus podía ver el cercano río Hudson y pensar en su infancia a orillas del Mississippi. El primer destino del Beato Solanus en el Sagrado Corazón de Yonkers hizo que su párroco se preguntara cómo podría encajar un "sacerdote simple". Solanus trabajó primero como sacristán, luego como director de los monaguillos y después como portero, respondiendo al timbre de la puerta del monasterio. Eran trabajos menores para frailes novatos, pero el padre Solanus se enorgullecía de ello. ¿Cómo podía ser degradante cuidar de la iglesia y del altar? Su intensa devoción a la Eucaristía se fomentaba en las horas ante el Santísimo Sacramento. Pero fue en la puerta del monasterio donde el Beato Solano se convirtió en un consejero muy querido y solicitado. Con el tiempo, los visitantes venían y preguntaban por Solano. Los enfermos buscaban su bendición y comenzaron a producirse curaciones notables.
Su siguiente asignación le llevó al Lower East Side de Manhattan, a la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. En aquella época, el Lower East Side era uno de los barrios más densamente poblados del mundo.
Solanus pasó a ejercer su ministerio en la parroquia de Nuestra Señora Reina de los Ángeles de Harlem. Fue destinado al monasterio de San Buenaventura de Detroit, donde ejerció de portero durante 20 años, del 1 de agosto de 1924 al 23 de julio de 1945.