Un Adviento vivo en Solanus Casey
Beato Solano Casey

Cofradía del Padre Solano Reflexión de Fr. Igor De Bliquy, OFM Cap. - 3 de diciembre de 2024
Adviento: Un tiempo de esperanza cumplida en Cristo
El Adviento, tiempo de anticipación, es el momento en que la esperanza ocupa el centro del corazón cristiano. Es un tiempo de anhelo por el cumplimiento de las promesas, por la llegada de Aquel que trae la salvación y la paz. La esperanza, profundamente entrelazada con nuestro anhelo de comunión con Dios, encuentra su respuesta definitiva en la encarnación de Cristo en Navidad. El Verbo hecho carne es la respuesta de Dios al anhelo más profundo de la humanidad, y este profundo misterio resplandece en la espiritualidad del Beato Solanus Casey, cuya propia vida estuvo marcada por la humilde esperanza y la fe.
En la Nochebuena de 1896, Solanus Casey, entonces un joven que discernía su llamada, llamó a la puerta del monasterio de San Buenaventura de Detroit. Este momento marca el comienzo de una vida totalmente dedicada a Dios y a su pueblo. En Solanus encontramos un Adviento vivo: una vida marcada por la esperanza, la confianza y la preparación para la venida de Cristo al mundo a través de pequeños actos de amor y servicio.
Adviento: El tiempo de la nostalgia
El Adviento no es una mera cuenta atrás para la Navidad; es un tiempo sagrado de preparación. Las lecturas litúrgicas y las tradiciones de este tiempo dirigen nuestra mirada hacia atrás, hacia la primera venida de Cristo en Belén, y hacia adelante, hacia su venida final en la gloria. Sin embargo, el Adviento también nos habla del momento presente, del modo en que Dios desea irrumpir en nuestras vidas aquí y ahora.
Esta irrupción de Dios se prepara a lo largo de toda la Escritura, Dios siempre está anhelando a su pueblo. La encarnación -Dios haciéndose hombre- no es simplemente el cumplimiento de un deseo humano, sino un acto de amor y anhelo divinos. Dios no espera pasivamente a que la humanidad le tienda la mano; seamos sinceros,... tendría que esperar mucho tiempo para que esto sucediera, en lugar de eso, Él toma la iniciativa, cruzando el abismo de la separación para habitar entre nosotros.
Esta iniciativa divina se refleja en la humildad de Solanus Casey. A pesar de sus dificultades académicas y personales, su vida estuvo marcada por la esperanza y la confianza en la providencia de Dios. Solanus comprendió que la venida de Dios no está reservada a los poderosos ni a los perfectos, sino a los humildes y abiertos de corazón, a cada persona que llama a la puerta del monasterio en busca de ayuda, de un año de escucha o de una oración.
Solanus Casey: Un modelo de espiritualidad adventista
La espiritualidad de Solanus Casey estaba arraigada en la esperanza, no como un deseo, sino como una confianza plena en las promesas de Dios. Nos anima a "dar gracias a Dios por adelantado" por las bendiciones que están por llegar, una actitud que refleja el espíritu del Adviento.
Al igual que María y José viajan a Belén, confiando en el plan de Dios a pesar de la incertidumbre, Solanus también caminó por la vida con fe en que la bondad de Dios prevalecerá.
Los temas de preparación y espera del Adviento encuentran también su expresión en la vida de Solano. Su papel como portero del monasterio de San Buenaventura puede parecer mundano, pero se convirtió en un poderoso ministerio.
Al igual que el posadero de la historia de la Natividad, Solanus acogía a todos los que se acercaban a la puerta. Sin embargo, a diferencia del posadero, Solano nunca rechazó a nadie. Escuchaba, rezaba y ofrecía consuelo, encarnando al Cristo que llama a la puerta de cada corazón humano.
La esperanza del Adviento no es pasiva; exige acción. Solano lo comprendió bien. Su trabajo con los pobres, que tuvo consecuencias con la tercera orden y el inicio del comedor popular capuchino que conocemos hoy, refleja el amor encarnado de Cristo. Del mismo modo que Dios se hizo hombre para salir al encuentro de la humanidad en su pobreza, Solano atendió las necesidades físicas y espirituales de las personas a las que servía, ofreciéndoles esperanza de forma tangible.
La Encarnación: La esperanza respondida
La Navidad, culminación del Adviento, celebra la respuesta definitiva de Dios al anhelo de la humanidad. En el nacimiento de Cristo, la esperanza se encarna y camina entre nosotros. Para Solanus Casey, la encarnación no era un concepto teológico abstracto, sino una realidad vivida. Su profunda devoción a la Eucaristía reflejaba su creencia en la presencia continua de Cristo entre su pueblo.
En Nochebuena, mientras la Iglesia se preparaba para celebrar el nacimiento de Cristo, Solano inició su camino de entrega total a Dios. Este acto de llamar a la puerta del monasterio simboliza la experiencia del Adviento de buscar a Dios y ser recibido por Él.
Mientras preparamos nuestros corazones durante el Adviento, la vida de Solanus nos recuerda que la esperanza de la Navidad no es un mero acontecimiento histórico, sino una realidad permanente. Cristo sigue viniendo a nosotros en la Eucaristía, en los rostros de los pobres y en los momentos tranquilos de oración.
Vivir hoy la esperanza del Adviento
El Adviento nos invita a reavivar nuestra esperanza en las promesas de Dios en un mundo a menudo ensombrecido por la desesperación. La vida del Beato Solanus Casey nos ofrece un modelo para vivir esta esperanza. Podemos preparar nuestros corazones para recibir a Cristo de nuevo a través de la gratitud, la humildad y la confianza.
Al igual que Solano dio gracias a Dios por adelantado, nosotros también podemos acercarnos al Adviento con un espíritu de acción de gracias. Podemos confiar en que Dios, que cumplió sus promesas mediante la encarnación, sigue actuando en nuestras vidas. Y, como Solano, podemos abrir las puertas de nuestros corazones y hogares a los demás, convirtiéndonos en instrumentos del amor y la esperanza de Dios en el mundo.
Al encender las velas de la corona de Adviento, que su resplandor nos recuerde la luz de Cristo, que disipa la oscuridad y nos llena de alegría. Y mientras caminamos hacia la Navidad, que llevemos el espíritu de Solanus Casey, un humilde portero que encarnó la esperanza del Adviento y el amor de Dios hecho carne.
En este Adviento, llamemos a la puerta del corazón de Dios con esperanza, confiando en que se abrirá, como se abrieron las puertas de San Buenaventura a un joven Solanus Casey en Nochebuena. En esa apertura, encontramos no sólo la bienvenida, sino la realización de nuestro más profundo anhelo: Emmanuel, Dios con nosotros.
Fr. Igor, OFM Cap.
Fuentes: Las Virtudes, de Lamoureaux & Wadell