Cristo ha resucitado, sí que ha resucitado
Beato Solano Casey
Cofradía del Padre Solano Reflexión de Fr. Johan Paul Gill, OFM Cap. - 28 de marzo de 2024
La resurrección de Jesucristo es el acontecimiento central de la fe cristiana, que se celebra con alegría año tras año en Pascua. No cabe duda de la realidad histórica de la resurrección de Jesús de entre los muertos, como demuestra la voluntad de sus discípulos y de innumerables personas a lo largo de la historia de sacrificar sus vidas por su creencia en el Señor resucitado.
Al reflexionar sobre este profundo misterio, es importante considerar los momentos de "muerte" y "resurrección" que vivió Jesús a lo largo de su vida terrena, incluso antes de su crucifixión y resurrección. Nació en la pobreza, tuvo que huir como refugiado, se enfrentó al cuestionamiento de su integridad, fue rechazado por su propio pueblo, presenció la muerte de su padre adoptivo y soportó atentados contra su vida. En cierto sentido, murió cien veces antes de morir en la cruz. Sin embargo, siguió resucitando, viviendo su vida al máximo, inquebrantable en su misión, e incluso resucitando a otros de la muerte espiritual y física mediante su perdón, su curación y su presencia vivificadora.
Del mismo modo, nosotros también experimentamos momentos de "muerte" en nuestras vidas, a través del pecado, la pérdida, la traición, la lucha y el sufrimiento. En esos momentos muere una parte de nosotros. El reto consiste en seguir el ejemplo de Jesús y superar estas situaciones, centrándonos en la misión que nos ha encomendado: vivir la vida en abundancia (Jn 10,10) y llevar esperanza, sanación y vida nueva a quienes nos rodean y están "muertos" de diversas maneras.
El Beato Solanus Casey es un brillante ejemplo de este morir y resucitar en la vida cotidiana. Como cualquiera de nosotros, afrontó dificultades y sufrió de muchas maneras en su vida. Pero vivió su vida plenamente para el Señor Resucitado, y cualquiera que se encontraba con él sentía una sensación de esperanza, alegría y curación. Como devotos suyos, estamos llamados a continuar este legado de resucitar nosotros mismos y resucitar a los demás, compartiendo el poder transformador de Cristo resucitado.
Que esta Pascua nos inspire a abrazar la muerte (todo lo que nos impide vivir la vida en plenitud) y la resurrección (la esperanza de parecernos a Él) que es la esencia de la vida cristiana. Que estemos dispuestos a resucitar de todo lo que nos mantiene "muertos" y a resucitar a nuestros hermanos y hermanas, para que un día todos podamos resucitar y vivir con el Señor resucitado, llegando a ser como Él.
¡Cristo ha resucitado, sí que ha resucitado! ¡Feliz Pascua a todos!